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Desde que Yitayish Aynaw se convirtió en “Miss Israel” hubo quienes la llamaron “Cenicienta”, pero para ella, no hay relación alguna. A ella no se le sube nada a la cabeza, porque la vida le ha enseñado que siempre hay que luchar.

 

 

JERUSALÉN.— Es pronto aún para saber si Yitayish Aynaw será coronada como “Miss Mundo”. Lo seguro es que en Israel ya ha hecho historia, al convertirse en la primera joven de la comunidad etíope del país en ser elegida “Miss Israel”.

Pero a Titi no se le sube nada a la cabeza, porque la vida le ha enseñado que siempre hay que luchar. Nacida en una aldea en la zona de Gondar, en Etiopía, perdió a su padre a los dos años de edad y a su madre a los 12. Entonces decidió emigrar a Israel junto a su hermano mayor; ahí ya estaba el resto de su familia, incluidos sus abuelos maternos, que se hicieron cargo de ella.

Titi no olvida su origen; muestra de ello es su nombre. Aunte es común que los miembros de la comunidad israelí de origen etíope cambien sus nombres por otros hebreos, a ella eso no le pasa por la cabeza. “Entre los judíos etíopes los nombres tienen significado, no se les da sólo porque suena bien. Yitayish significa mirada, mirada hacia el futuro… Titi es un diminutivo, también en amhara, mi idioma natal. “Y no pienso cambiarlo”, dice la reina de belleza a EL UNIVERSAL.

Desde que esta joven se convirtió en “Miss Israel” hubo quienes la llamaron “Cenicienta”, pero para ella, no hay relación alguna.

“No llegó ningún príncipe en caballo blanco a buscarme... Trabajé duro toda mi vida y logré cosas a través de mi esfuerzo... Sea en los estudios, en los que me fue muy bien, o en el ejército, en el que eduqué soldados, o ahora que siento que estoy representando a mi comunidad, siempre me esforcé. Nadie vino y me llenó de polvo mágico”.

Dice que no se ve como una “pobrecita”, sino como alguien que “puede inspirar a cualquiera”. “No importa en qué situación uno está en la vida, a qué punto uno llega, siempre hay una luz al final del túnel, siempre uno tiene la posibilidad de tener éxito. Yo lo logré por mi trabajo duro. Nada me vino de arriba, de regalo. La vida no es sencilla”.

Dice que cuando llegó a Israel “me zambullí en la aclimatación”. Su rápido proceso de convertirse en israelí, sin embargo, no disipó la pena que le causaba recordar el pasado en Etiopía. Así que cuando terminó su servicio militar, viajó con sus ahorros a sus raíces, arregló la descuidada tumba de su madre y volvió como nueva, con más fuerza para seguir adelante.

“Siempre sentí la necesidad de representar a mi comunidad, de garantizar que haya plena igualdad, que nos vean como iguales en todo. Yo jamás tuve ningún problema de racismo, pero tengo claro que cuando la gente me mira lo primero que ve no es a Titi, sino mi color.”.

“En Israel sentí que estaba representando a la comunidad etíope, pero en el concurso internacional seré Miss Israel, estaré representando a todo Israel. Y lo haré con mucho orgullo”, afirma.

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