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/////La Miss de Chocolate/////


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EL NACIONAL TODO EN DOMINGO - DOMINGO 19 DE AGOSTO DE 2012 TODO EN DOMINGO/16

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LA REINA DEL CHOCOLATE

Criada entre playas y tepuyes, heredera de una fábrica de chocolates, Irene Esser no duda en dictar cátedra cuando se trata de ensalzar las virtudes del cacao nacional. La actual Miss Venezuela ­actriz y surfista­ desgrana aquí su vida mientras se prepara con ahínco para su participación en el Miss Universo

Magaly Rodríguez [email protected]

Fotografías Francisco Fernández [email protected]

Vestuario Tienda Adolfo Domínguez / C. C. Líder Maquillaje y estilismo Eibar Caraballo (0412)811 6745

Agradecimientos Yuraima Quintero / Quinta Delta www.quintadelta.com

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"Miss, tú vives en un castillo?"

Las pinzas se sueltan y los mechones se precipitan en largos rizos. Irene Esser espera paciente a que la peinen mientras recuerda la pregunta más curiosa que le hicieron los niños de Antímano con los que trabajó hace un par de meses. "De verdad pensaban que yo podía ser una princesa". Habituada a que la acicalen ­lleva diez meses de reinado­, deja caer los hombros con una sonrisa de infantil mansedumbre. Tiene gripe. "Me agarró la lluvia trotando en la calle. Si hubiera estado cerca de una parada, agarro una buseta". Se mira de reojo las pantorrillas, llenas de pequeños puntos rojos, como si la hubiera atacado un enjambre mercenario de puri-puris. Explica que es una reacción alérgica al atún de lata. "Tampoco puedo comer mucho chocolate porque me da alergia. Lo que más disfruto es ver la cara de felicidad de los demás cuando lo prueban".

La rocían de laca y se pone de pie.

Ciertamente, es muy alta. Ciertamente, muy bella. Sí parece una princesa. Sin embargo, no fue ésta la estampa que Osmel Sousa tuvo de ella la primera vez que la vio. A los 14 años ­hoy tiene 20­, Esser se apareció en la Quinta Miss Venezuela con unos amigos ante el zar de la belleza. Surfista empedernida y autodidacta desde los 12 años ­"aprendí a los golpes para competir con mi hermano"­, Esser venía llegando de una competencia en Los Caracas, con el cabello descolorido por el sol y las piernas raspadas. "Me vio y me dijo: Estás muy chiquita. Vuelve en 2011".

Paria a media luz.

Nacida en Puerto Ordaz, la pequeña Irene se mudó a los dos años a Paria. Sus padres, agentes turísticos en La Gran Sabana, decidieron comprar una hacienda colonial a media hora de Río Caribe para montar una posada. Pronto cayeron en cuenta de que su nueva casa tenía hectáreas enteras de cacaotales.

"Empezamos a experimentar con bolitas de cacao mezcladas con canela y azúcar. Montamos una mini-fábrica con un pilón, un molino de mano y el horno de nuestra casa". De su infancia de provincia recuerda los shows improvisados que montaba cuando la luz se iba cada noche a las 7:00 pm. La curiosidad la llevó a participar por tres años en la Orquesta Infantil de Río Caribe como violinista, luego de que un turista húngaro dejara el instrumento abandonado.

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Chocolates Paria comenzó a crecer, a la par de las ganas de la niña de ser actriz. "Mi hermano y yo hacíamos tours guiados sobre el cacao para los turistas. Abrimos un caminito que atravesaba la plantación y escogíamos las matas con las flores y los frutos más bonitos para explicar cómo se procesa. También vendía collares con cacaos que tallaba yo misma de cualquier palo que me encontrara". La chica se graduó de bachiller y se fue a Inglaterra a vivir con sus tíos para estudiar inglés. No tardó en causar sensación con las galletas, brownies y tortas que hacía para vender con los chocolates que su familia le enviaba.

Cuando se le pregunta dónde radica el éxito del cacao venezolano, Esser se activa sola. "Hay muchas razones, pero para mí tiene que ver con las tierras", expone. "Aquí se cultivan varios tipos. Uno es el forastero, que es alargado; otro es el criollo, que es enorme y tiene la punta redondeada. En la misma planta puedes tener frutos de distintas variedades según el polen que traigan los insectos. Es difícil conseguir cosechas completas de un solo tipo, a no ser que lo cultives controladamente en un vivero", ilustra. "Un chocolate `apropiado’ se prepara con su propia manteca de cacao. Mientras menos aditivos tenga, mejor". Se desgrana explicando el proceso de tostado, la fermentación, las etapas de los aromas. "Si quieres que cambiemos de tema, me tienes que parar", se ríe. "Puedo hablar de esto por horas".

Eres bella, firma aquí.

Bastó que alguien le dejara una tarjeta con el sello del Miss Venezuela durante unas vacaciones en Río Caribe para que retomara la ilusión de coronarse y detuviera sus estudios de actuación en Inglaterra. En octubre de 2011, Miss Sucre se convertía en la más linda del país. "Lo he asumido con disciplina, compromiso y responsabilidad. Soy muy competitiva y puse las tapitas de mis tacones en ese escenario para ganar". De su reinado revela que extrañará la empatía popular. "Tengo la cartera llena de estampitas que me regalan en la calle. Me dicen: `qué bonita eres, Dios te bendiga".

Su preparación para el Miss Universo ­aún sin fecha ni sede­ la ocupa de sol a sol. "Se trata de aprender a ser la señorita más hermosa de tu país con todas las herramientas que puedas y representarlo con inteligencia y gracia. Aparte de traerme la corona, quiero que todos se sientan muy orgullosos de mí por haber hecho un buen trabajo. Yo llegué aquí porque eso fue lo que Dios quiso", sostiene con la naturalidad monárquica de un Borbón o un Hannover. Lo que no tiene es arrogancia.

"Me siento muy normal. Soy tan bonita para mi familia como cada muchacha es para sus padres cuando se la imaginan como una futura Miss Venezuela. No importa la situación en la que estés o si otros tienen mejores recursos que tú, y no creo tampoco en la belleza simétrica. La belleza es un conjunto de cosas, y la más importante es la actitud".

Antes de concursar, admite que llegó a pensar que las misses eran plásticas. "Pero honestamente no he conocido a ninguna que lo sea.

Yo no lo soy. No he cambiado y no quiero perder mi esencia. Me siento segura para el Miss Universo porque soy igual en todas partes, no tengo una careta que pueda caerse. Mientras más aprendo, más lejos quiero llegar". Lleva la vida como asume el surf. "La ola más grande no siempre es la que más te conviene, así que observo mucho primero, luego actúo y después disfruto al máximo el momento", asegura.

"Creo en la suerte y creo en el destino. Creo que he tenido la suerte de tener un buen destino". Lo del castillo es accesorio.

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Cortesía de TODO EN DOMINGO - EL NACIONAL

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