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Catalina Morales habla por primera vez sobre su pegada en el Miss Universe 2015! Muy interesante!


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Publicado (editado)

Habiendo tanto por contar sobre mi vida como Miss Puerto Rico, y la experiencia de un Miss Universe (MU), he decido empezar por lo más difícil, el no clasificar en el “top 15”. De entrada, a aquellos a quienes no les apasionan los concursos les puede parecer algo trivial, pero el certamen de MU para una candidata de Puerto Rico es algo parecido a pasar una reválida para un abogado, u obtener una promoción en cualquier trabajo. Es, precisamente, nuestro trabajo y a lo que nos dedicamos en cuerpo y alma durante meses o, como fue en mi caso particular por retrasos de fechas y otros asuntos, casi dos años. Es una responsabilidad aún mayor para quienes llevamos la banda de aquellos países como Puerto Rico, Venezuela, Colombia y, por supuesto, Filipinas. Y es que cada una de las representantes de estos países, entendemos el reinado como un trabajo serio. Después de todo, nuestra meta es que se llame a nuestro país en las 15 semifinalistas y poder llenar de orgullo a nuestra gente.

 

Desde el momento en que decidí competir en Miss Puerto Rico me entregué en cuerpo y alma a lo que había sido el sueño de toda mi vida. Aunque yo diría que mi preparación para el Miss Universo empezó muchos años antes, desde que comencé a competir en certámenes a mis 17 años de edad. Competir en el Miss Puerto Rico, aunque fue fuerte, ha sido una de las mejores experiencias de mi vida hasta este momento.

 

Al cumplir el sueño que parecía ser imposible y convertirme en Miss Universe Puerto Rico sabía que el trabajo debía intensificarse aún más, pues ahora no me representaba a mí misma, sino a un país que es el tercero con mayor cantidad de Miss Universos. Además, todos los ojos estaban sobre mí. No podía ni quería quedar mal.         Un año y dos meses después de obtener el título por fin llegó el día de partir al tan esperado Miss Universo, el cual en un momento ni siquiera sabía si se celebraría por la controversia que generó Donald Trump. Llegó el momento de demostrar toda mi preparación y trabajo. Y, la verdad, creo que eso hice. Quienes me siguen en las redes sociales pueden dar fe de lo que digo. Desde el momento que pisé Las Vegas di mi todo para lucir impecable. No puedo ni es mi propósito enumerar todos los sacrificios que hacemos para lucir bien, pero les aseguro que son 20 días intensos. Sí, porque aunque muchos evalúen el éxito o fracaso de una candidata basado en la noche final que todos ven por televisión, son tres semanas las que estamos en el concurso. Sin embargo, ni la falta de sueño ni el dolor en los pies por los tacones me desalentaban porque a pesar de haber sido blanco de muchas críticas desde la noche de mi coronación como MPRU, desde mi llegada a Las Vegas lo que recibí fue un mar de apoyo y mensajes positivos de todos dejándome saber que notaban la excelente representación que estaba haciendo. Se me aguaban los ojos al leer los mensajes que recibía a través de la redes. Cuánto hubiese querido recibir todo ese cariño a través de todo mi año como Miss Puerto Rico. Me llenaron de energía y sin lugar a dudas, fueron mi motor.

 

   Luego de haberle dedicado tres años enteros casi exclusivamente (porque no detuve completamente mis estudios en Derecho y escribí mi libro también) a mi preparación, por fin llegó el momento de la “verdad”: la gran noche final del Miss Universo. Por un lado me sentía tranquila porque sabía que había hecho todo lo que tenía que hacer y ya los resultados no estaban en mis manos. Por otro lado, por primera vez en mucho tiempo comenzaba a sentir nervios. Estaba genuinamente preocupada. ¿Y si no me llaman? ¿Qué voy a hacer? Decidí no pensarlo mucho antes de tiempo y mejor esperar, que era lo único que podía hacer.

 

Al comenzar el “show”, todas nos paramos en las posiciones que nos asignan desde los primeros ensayos, donde esperamos que llamen a las privilegiadas 15. De momento, años de preparación se reducían a esos minutos previos a conocer a quiénes llamarían. Comienza el show en vivo. Ahora sí, llegó el momento. Llaman a la primera afortunada… ¡Brazil! No fue una sorpresa, siempre fue una gran favorita. Bueno, un espacio menos. Llaman a la segunda… ¡Australia! También se esperaba que ella entrara… aún quedan 13 espacios. Parecen muchos, pero somos más de 80 candidatas. Entonces te das cuenta que entran 15 pero 68 se quedan fuera.  Llaman a la tercera… ¡Indonesia! Los nervios van aumentando. Continúan… ¡Dominican Republic! Ahora sí que hay tensión. Entró la candidata de nuestra isla hermana con quien todo el tiempo nos comparan por las tensiones entre directores nacionales. En mi mente decía, si no entro, todos van a echarle la culpa a Desiree Lowry, entre tantas otras cosas. Mientras tantas cosas pasan por mi mente el tiempo no se detiene, llaman a la próxima, ¡Philippines! Bueno… aún quedan diez espacios. ¡USA! ¿Me llamarán? El corazón se me quiere salir del pecho. ¡Curacao! ¡France!… ¡Belgium!… Ya había perdido la cuenta de cuantas habían llamado. Cada vez que llamaban una volvía a contar cuántas habían paradas al frente. ¡Japan! Para bien o para mal, en ese momento había que pausar para ir a comerciales. Ahora solo quedaban cinco espacios. La verdad, empezaba a perder la esperanza, la ilusión. Sabía que había posibilidad de que me llamaran hasta el último espacio, pero cada vez eran menos las probabilidades a mi favor. ¿Defraudaría yo a todos los puertorriqueños que están en sus casas viendo el concurso? Estaba tan segura de mi buen desempeño que jamás contemplé la posibilidad de no clasificar. ¿Qué estaría pasando por la mente de mi mamá? ¿De todo mi equipo de trabajo? Por fin regresaron de comerciales y rápidamente continuaron. ¡Venezuela! Bueno, en ese momento comencé a pensar que era mejor pensar lo peor para que el golpe no fuera a ser tan fuerte. ¡South Africa! Solo tres espacios más… ¡Colombia! Dos espacios… Ya no tenía un buen presentimiento. ¡Mexico! No puede ser… he llegado hasta aquí sin ser llamada, pensaba. Con el próximo nombre se sella mi destino…  ¡Thailand!

 

  No sé cómo transcribir ese momento. ¡Qué vergüenza!, fue lo primero que pensé. Corrí al camerino a buscar mi celular para enviarle un mensaje de texto a mi mamá en el que decía: “Lo siento”. Lo sentía porque ella se había entregado en cuerpo y alma a mi sueño también. Porque ella fue quien más me ayudó y a quien más ilusioné. Me sentía culpable. Había llevado a mi familia y amistades hasta allí para “nada”. Que vergüenza con Desireé Lowry también. Le había quedado mal, pensé. Ya me imaginaba todo lo que podían estar comentando en Puerto Rico. Puerto Rico… ¿cómo regresaría a dar la cara? Seguramente todos debían estar molestos o decepcionados conmigo. Estando en mi celular me llegaron notificaciones de los periódicos del país: “Puerto Rico no clasifica entre las semifinalistas”. Tuve que apagar el celular. Estaba aguantando las lágrimas, aún estaba en estado de shock. Hasta que llegó mi “roommate” y gran amiga Miss Perú, de cuyo trabajo fui testigo y verdaderamente pienso que también merecía clasificar, y estaba con los ojos rojos tratando de contener las lágrimas. Fui a hablarle y fue inevitable estallar en llanto. Jamás pensé ser “de las que lloran” backstage. Y la verdad es que no estaba realmente triste. No estaba triste porque yo conocía el trabajo que había hecho a través de todo el concurso. Pero sentía mucha frustración. Y, ciertamente, en ese momento sentí que todo mi esfuerzo, disciplina y sacrificios habían sido en vano.

 

Estaba frustrada porque no tenía forma de constatar que, en efecto, había hecho un buen trabajo. Todo mi esfuerzo pasaría desapercibido y pensaba que en Puerto Rico todos pensarían que había ido al Miss Universo “a pasear” como suelen decir de las que no clasificamos, o que no me había preparado lo suficiente. Pensaba y sentía que ya no sería querida.

 

En medio del torbellino de emociones y pensamientos, una madrina se acerca y me pregunta si necesito ayuda para ponerme el traje de baño. Casi como un reflejo, con los ojos llorosos, le contesté justo lo que sentía: “No es precisamente ayuda para ponerme el traje de baño lo que necesito en este momento”. Lo que necesitaba ella ni nadie me lo podría dar: el valor de salir al escenario nuevamente y bailar con una sonrisa que no sentía en esos momentos. Y, de hecho, ¿cómo iba a salir yo? ¿Con qué ánimos? ¿Para qué? Sin embargo en cuestión de segundos yo misma me convencí de que no salir era peor. Salir, aún sintiendo todo lo que sentía, era un reto para mí, y no había llegado tan lejos en mi vida para amilanarme ante ese suceso. Peores cosas había sobrepasado ya en mi vida. En pocos minutos me cambié y corrí hacia el escenario. Con la nariz congestionada y los ojos húmedos por llorar, salí a demostrarme a mí misma que mantenía el mismo temple de toda mi vida, y es que como bien explico en mi libro (De la Aversidad Al Éxito: Mi otra corona) la vida siempre, siempre continúa. Y así salí en traje de baño y di mi mejor proyección, y luego en traje de gala una vez más, con el mejor porte y la misma sonrisa de siempre. De todas formas, me seguía sintiendo afortunada de poder estar sobre ese escenario.

 

Al día siguiente, ya más calmada, me puse a reflexionar sobre mi “no clasificación”. Me parecía increíble cómo el no ser llamada podía, de cierta manera, restarle valor o prestigio a uno y a todo el trabajo que uno realizó hasta ese momento. No podía permitir que el certamen definiera quién yo era o dejaba de ser. Definitivamente yo seguía siendo la misma persona que era, incluso antes de ser Miss Puerto Rico, solo que con mucha más madurez y experiencias vividas. Ese día terminaría de empacar y a la noche emprendería regreso a Puerto Rico. Sabía que me enfrentaría a la prensa. Sabía que todos me preguntarían por qué no había clasificado y que cómo me sentía. No se me ocurría una contestación perfecta para ello, así que simplemente diría las cosas tal cual las sentía y pensaba.

 

  Salí de Las Vegas a las 10 de la noche y llegué a Puerto Rico al otro día a las 2 de la tarde. No había descansado aún, no tenía nada de maquillaje puesto y había pasado la noche en el avión. Sin embargo, estaba compuesta y tranquila. Recogí mis maletas y al salir vi todas las cámaras y reporteros pero solo fui directo a donde mi mamá. Tan solo verla allí me reconfortaba pero me entristecía también. Para serles sincera, tenía grandes esperanzas de convertirme en la sexta Miss Universo de Puerto Rico. No esperaba regresar sola y que mi mamá estuviera recogiéndome en el aeropuerto. Rápidamente la prensa se acercó para hacer la afamada pregunta. “¿Cómo te sentiste cuando viste que no te llamaron?”. “Sentí vergüenza”, fue mi respuesta inmediata. Creo que no existen mejores respuestas que las que salen del corazón. En ese momento, comenzó a formarse un taco en mi garganta. Contesté todas sus preguntas y me fui a comer con mi mamá.

 

   Una vez estaba a solas con mi mamá en el carro, por primera vez me atreví a entrar a mis redes sociales y leer los comentarios que me dejaban. Qué sorpresa me llevé al leer.

 

“Representaste a nuestra isla con gran orgullo y eso es lo más importante! Merecías estar en las finalistas. Te queremos mucho!!”

 

“Eres una ganadora. Estamos orgullosos de ti!”

 

“Te esperamos con los brazos abiertos!”

 

“Hermosa representación, me siento orgullosa de tener una reina tan bella e inteligente!”

 

“Tu éxito apenas comienza! Dios te pondrá de gloria en gloria. Sigue cosechando triunfos. Hiciste un gran trabajo! Gracias!”

 

Esos son solo algunos de los cientos de mensajes que tenía. Mensajes que me llenaron de paz, tranquilidad y satisfacción. Una vez más sentía que se me aguaban los ojos, pero esta vez de la emoción. Lo único que realmente me importaba era que la gente sintiera que habían estado bien representados. Si era así, había hecho bien mi trabajo.

 

   Luego de más de un mes de esa noche, he pasado por un proceso de reflexión y retrospección que me ha ayudado a entender muchas cosas de mi vida y la vida en general. Siempre pensé que sentiría un gran vacío luego del Miss Universo, porque ese había sido mi gran sueño por gran parte de mi vida. Pensé que el mal sabor de no clasificar me perseguiría por un largo tiempo y que ahora me tratarían diferente a mi regreso a Puerto Rico. En todo eso me equivoqué. Entendí que un suceso en la vida, ni siquiera este, define quién uno es como persona. Un suceso no te puede dar ni quitar nada, es uno mismo quien decide qué hacer con lo que le sucede. Para mi sorpresa, en vez de tristeza sentía un alivio por haber descargado el peso de la gran responsabilidad que cargué por mucho tiempo sobre mis hombros. En cierta forma, sentí que ahora es que comenzaba a vivir. Y a todos los lugares que he ido, me han recibido con igual o más cariño que antes.

 

Evidentemente, sobreviví la “no clasificación” en el Miss Universo para contar la historia. Fue un golpe en el momento, pero también una experiencia que me dio muchas lecciones. Aún así, me disculpo con todos ustedes, cada puertorriqueño, por no haber traído la alegría y emoción de la clasificación y, más aún, la sexta corona. Pero prometo que continuaré trabajando para brindarle orgullo a nuestra isla en todos los proyectos nuevos que emprenda. Y, sobretodo, les agradezco todas sus muestras de amor, esa ha sido la corona más importante que me he ganado, y la que siempre llevaré puesta.

 

Los quiero siempre,
      Su Miss Universe Puerto Rico 2015,

Catalina Morales

Editado por Boise PR
Publicado

Bueno, es lindo saber el proceso que tiene que enfretar una chica ilusionada luego de ver que las cosas no se dan. Me alegra que haya podido encontrar alivio. 

Publicado

La verdad no me lei ni el comienzo :unsure: necesito el abstract pleasee :memeo:

Publicado

DiosCata merecía clasificar  :ak:

 

Y si, debe ser difícil salir a bailar luego de la pegada :(

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PLS ALGUIEN QUE HAGANUN RESUMEN Y QUITE LA PARTES DONDE JUSTIFICA SU PEGADA

  • Webmaster
Publicado

Se nota que le gusta escribir mucho, eso es un buen arte.


Publicado

Lo que no entiendo es como ella después de esa preliminar esperaba clasificar... Que se dedique a escribir libros me imagino a la vieja siolsve y el joven Milena cuando llamaron a clarissa hubo que llamarles la ambulancia por tanto que la acababan a la supuesta pati corta pony pegada guayyyyyyyyyyyy

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No entiendo como esperaba clasificar, si paso de tener un cuerpo así:

Catalina-Morales-Miss-Universe-Puerto-Ri

 

 

A este:

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Un año y medio y no pudo elegir un mejor vestido?

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El vestido es bello, pero no es para ella.

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No entiendo como esperaba clasificar, si paso de tener un cuerpo así:

Catalina-Morales-Miss-Universe-Puerto-Ri

 

 

A este:

puerto-rico-catalina-morales.jpg

 

 

Un año y medio y no pudo elegir un mejor vestido?

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El vestido es bello, pero no es para ella.

eso dije despues de la preliminar que ella en el miss pr tenia ese cuerpo mejor y la vieja siolave me empezo a tirar piedras disque tenia el mismo cuerpazo

Publicado

Muy bueno también lo leí.

Se ve que fue muy duro para ella no clasificar. 

 

 

 

 

 

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