Tiene razón, pero no es fácil… mi pastor fue muy claro: lo primero, incluso antes de dejar de sentarte en trozos de carne, es abandonar ese grupo de mariposos afeminados, muchos de ellos hasta negros mitad dominicanos y mitad boricuas, que frecuentas para hablar de reinas y Mari co nadas.
Y lo he intentado… pero heme aquí.